DEL AMOR Y DEL JUEGO - ENSAYO: FILOSOFÍA DE LA LOCURA

Hoy día nos despertamos en una sociedad donde el amor se ha convertido en un eslogan, un esquema repetido hasta el cansancio, vaciado de su peso y sentido. El amor es un tema central para la filosofía contemporánea, pues refleja la evolución de los valores, tensiones y carencias a lo largo del tiempo.

Para Ludwig Wittgenstein, el amor, tal como lo conocemos, es una construcción del lenguaje, es decir, lo que decimos y cómo lo decimos moldea lo que sentimos. Porque el lenguaje no es solo un sistema de signos, sino un conjunto de juegos que cambian según el contexto, el uso y la cultura del individuo. 

Por ende, el amor no es una esencia universal e inmutable, sino una forma de hablar y vivir enseñada por una sociedad. ¿Y cómo aprendemos a amar hoy en día? Pues mediante las canciones, películas o redes sociales. Casualmente, hoy, el amor está atrapado en frases hechas, en publicaciones o canciones que solo crean un lenguaje prefabricado que limita lo que realmente sentimos. Amamos según se espera de nosotros, no según lo que experimentamos.

Durante Bachillerato, descubrí la importancia del lenguaje gracias a mi profesor de Lengua Castellana. Por ejemplo, la palabra "esperanza" tiene un matiz pasivo en el español, es, prácticamente, esperar a que algo bueno suceda, como si el cambio dependiera de otros. En cambio, en otros idiomas como el inglés se halla el verbo to hope, que se vuelve una voluntad de transformar, tomar acciones sabiendo que estas son útiles. Esta diferencia semántica refleja una actitud cultural, viéndose como, en el mundo hispano, se vive el amor y la vida esperando que algo bueno pase. Mientras tanto, en otras culturas se vive como un acto proactivo. Me resulta curioso el hecho de que el lenguaje es un condicionante del amor.

Hoy, el amor es un producto de consumo basado en las redes, música y emociones fuertes. Así pues, se reduce a un juego superficial que inhibe su característica inherente, que es su contundencia, que trasciende más allá de cualquier expresión.

Ante este panorama es necesario inventar nuevas reglas, es decir, hablar de amor de otro modo, cuestionando el lenguaje que nos limita. Aquí también nos ilumina Camus, pues si la vida es absurda, rebelarse es encontrar sentido donde no lo hay. Así, amar no es una espera pasiva, sino una forma de rebelión contra el sinsentido. En resumen, amar es, tal vez, el acto más radical de todos, porque consiste en construir sentido allí donde no lo hay, y para eso, es imprescindible aprender a hablar de nuevo.

El amor se juega con palabras. Hablemos distinto

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