APOLO Y EL ARTE DE SER FELIZ - ENSAYO: FILOSOFÍA DE LA LOCURA

Mi perro, Apolo, atravesó una dura etapa que sacudió su vida repentinamente: la depresión de su dueña, Pilar Martínez. Sin embargo, actualmente conserva la misma energía radiante que siempre tuvo a pesar de ese bache inesperado. Entonces, esto me lleva a preguntarme: ¿son los perros los únicos capaces de dominar el arte de ser feliz?

Hoy, la depresión se ha vuelto un compañero silencioso de muchos jóvenes. Según la Organización Mundial de la Salud, el 4,4% de los adolescentes de 10 a 14 años y el 5,5% de los de 15 a 19 años sufre un trastorno de ansiedad, mientras que el 1,4% de los adolescentes de 10 a 14 años y el 3,2% de los de 15 a 19 años padecen depresión. Dentro del sufrimiento humano que supone un trastorno de este tipo, los perros adoptan un papel inesperado, actuando, en efecto, como un bálsamo existencial.

El filósofo Arthur Schopenhauer, a pesar de ser un misántropo y pesimista, es decir, que no confiaba en las personas; sentía un profundo afecto por los animales, especialmente por los perros. Este amor se sustentaba en su idea de que la compasión es el fundamento de la moral, y los perros, según él, son un ejemplo de compasión pura, sin máscaras.

La depresión es, en sí, un vacío existencial, un peso que oprime y hunde en la pérdida de sentido. Para Schopenhauer, el sufrimiento humano —del que la depresión es una manifestación— es inevitable y es una parte esencial de la vida. No obstante, en la actualidad, la depresión está condicionada por otros factores: la alienación generada por la era digital, unida a la desinformación que se alimenta de la ignorancia, y la falsa sensación de soledad provocada por el exceso de estímulos, han contribuido al creciente desarrollo de trastornos mentales.

Aun así, independientemente de la época, los perros siempre han estado ahí. Lo curioso es que estos animales no juzgan, no esperan, no proyectan; simplemente están. Esta actitud tiene una vertiente profundamente positiva, ya que nos ofrecen un apoyo incondicional al ser testigos silenciosos de nuestro sufrimiento. Por ello, no es extraño que hayan surgido innovadoras terapias que involucran perros como apoyo emocional, método de terapia asistida o incluso para calmar el miedo.

Así, el perro se convierte en un verdadero maestro del arte de ser feliz. Aunque dependa de nosotros, nos recompensa con ese amor incondicional que nos ayuda a resistir frente al sufrimiento. En definitiva, se transforma en un acto de resistencia ante la oscuridad que acecha al ser humano.

El perro es el único ser humano

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