EL ANTIPERSPECTIVISMO - ENSAYO: FILOSOFÍA DE LA LOCURA
Ayer mi mente explotó leyendo a Ortega y Gasset, siempre me llamó la atención una de sus teorías: el perspectivismo. Siempre la he defendido. Sin embargo, en un mundo que avanza a un ritmo vertiginoso, es necesario teorizar, escribir, cruzar fronteras sociales y atreverse a pensar incluso desde la ignorancia.
Me doy cuenta de la realidad dualista que domina el mundo, una dupla caótica e inseparable, la alienación y la desinformación. La sociedad pegada a las redes sociales se vuelve más pasiva, carece de pensamiento crítico. Nos ceñimos a la información que se nos da sin saber siquiera si es veraz, aún así, opinamos sin filtros: La ignorancia se ha vuelto cómoda, incluso celebrada
Como bien decía Ortega: "Yo soy yo y mi circunstancia". Nuestras circunstancias, hasta las no elegidas, son las que nos conforman como personas y moldean, de cierto modo, nuestro pensamiento. No obstante, la circunstancia empieza a tomar el terreno del yo a pasos agigantados, se siente como una decadencia social que prefiere hablar por hablar en la cueva de la ignorancia, es decir, las redes sociales.
La teoría perspectivista es hoy, ciertamente, un remix, una amalgama de contradicciones solapadas que conforman una nueva teoría: el antiperspectivismo.
El filósofo español nos explicaba que la verdad no era algo objetivo, era estúpido pensar en una realidad inmutable y perfecta de carácter suprasensible. La circunstancia se volvía, entonces, un concepto posibilitador que nos permitía construir nuestra verdad, o sea, un concepto subjetivo. Así pues, resulta que un hecho consta de múltiples perspectivas dependiendo quién las viva, cómo las sienta, cómo las interprete y, como dijimos, según su circunstancia.
Cuando nos limitamos a una única verdad y no exploramos otras perspectivas —aunque también puedan ser válidas—, caemos en la desinformación, y, con ella, en la alienación. Ejemplificándolo, la difamación está a la orden del día. ¿Quién dice que esa información divulgada sea falsa si la perspectiva del individuo la respalda? Al formular esta pregunta, abrimos la puerta a opinar de asuntos desde la ignorancia, aferrados a una única visión del mundo, sin disposición a confrontarla o transformarla. Porque nos abrazamos a la circunstancia —ya sean experiencias previas, carácter u otro condicionante— no como verdad, sino como una excusa. Y ahí, comienza la verdadera alienación.
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