¿QUIÉN DECIDE QUIÉN SOBRA? - ENSAYO FILOSOFÍA DE LA LOCURA

Recientemente vi un video en el que un señor mayor era entrevistado por un joven a pie de calle. El vídeo se volvió viral debido a las respuestas contundentes del anciano frente a las preguntas cargadas de prejuicio sobre la inmigración. Lo que destaca es el contraste entre la expectativa y la respuesta: un joven intenta validar un discurso profundamente xenófobo, mientras que el entrevistado responde con una dignidad y reflexión que merecen análisis. Más allá del contenido del vídeo, lo relevante es lo que revela sobre nosotros como sociedad, cómo tratamos al otro y cómo operan los medios que consumimos.

Hoy predomina un formato mediático, es decir, un "reportaje trampa" que no busca dialogar, sino provocar una reacción que sepulte al contrario y lo convierta en un enemigo social. En este caso, el joven actúa como el catalizador de un discurso dominante que convierte al inmigrante en un problema y, por ende, en objeto de odio. La imagen del otro se instrumentaliza desde la ignorancia y el miedo, alienando el pensamiento del espectador a favor de estructuras de poder.

El entrevistado, por el contrario, representa una ética sencilla pero profunda, que manifiesta que todos somos personas, no etiquetas. Su respuesta rompe con la lógica mediática de la entrevista, pues no se deja arrastrar ni entra en el juego de la provocación. Con esto, nos recuerda que la base de la justicia debe ser la dignidad, pues sin ella solo queda la deshumanización y el odio injustificado.

Más allá de los medios tradicionales, las redes sociales también se han convertido en herramientas de control emocional y político. El intento del entrevistador de forzar respuestas mediante un discurso manipulado es, sin duda, una estrategia para generar clics y polarizar la conversación. Frente a esto, el entrevistado resiste e invierte los papeles, desenmascarando la trampa mediática al preguntar para quién trabajaba el joven.

La publicación de este vídeo desató una polémica sobre ética y política. El anciano resurge como una figura lúcida frente a una entrevista cínica y cargada de xenofobia. Sin embargo, las redes explotaron con comentarios que lo tachaban de "comunista" sin siquiera conocerlo. Esto solo refuerza la necesidad de una ciudadanía informada y empática. Porque el deber cívico es no ceder ante simplismos ideológicos ni participar en linchamientos simbólicos sin contexto.

En conclusión, lo dicho por aquel hombre no debería sorprendernos; al contrario, debería ser la norma. Sus palabras nos recuerdan que aún es posible ejercer el pensamiento crítico y el respeto humano, incluso en una sociedad saturada de ruido. Más que compartir vídeos virales, deberíamos analizarlos, comprenderlos y, sobre todo, practicar el mensaje que contienen.

Lo extraño no es el color, sino el miedo

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